Hace justo un año nos encontrábamos preparándonos para
participar en el concurso Nacional de Danza Anaprode. Esta entrada estará
dividida en dos partes, una primera en la que os hablaremos desde el punto de
vista docente y pedagógico, y otra en la que os explicaremos en primera persona
la vivencia de las pequeñas bailarinas.
Lo más importante a la hora de participar en el concurso es
la actitud de la profesora frente a este, ya que su actitud será la que
tendrán sus alumnas.
Un concurso es una oportunidad muy grande para las pequeñas
bailarinas, tienen la oportunidad de vivir una gran experiencia, bailar en un
escenario nuevo, ver bailar a otras bailarinas, entrar en contacto con otras
escuelas, pasar un día entero en el teatro…
Es muy importante presentarse al concurso con una actitud
positiva y con ilusión para vivir una nueva experiencia, no con una actitud
competitiva que solo tenga como visión final el trofeo del primer premio.
Es muy importante remarcar que la experiencia del concurso
no es algo que empieza y acaba el día que concursamos, sino que se inicia el
día de la inscripción al mismo.
Desde este día empiezan los sueños e ilusiones. Todos los
ensayos fuera de horas, las pruebas de vestuario, los nervios, la cuenta atrás,
la memorización de nuestros números de audición… Todo esto culmina en el
escenario después de pasar horas en el camerino retocando el maquillaje y el
moño y calentando con los tutús puestos.
Participar en un concurso de ballet hace que la amistad
entre las pequeñas bailarinas crezca y surja un sentimiento de fraternidad e
ilusión que hace que la pequeña escuela de ballet sea una gran familia.
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